martes, 15 de julio de 2008

La Modestia

Este artículo fue seleccionado desde //infosud.info ..... Es un adelanto del proximo Numero de la Liahona , que lo disfruten....

La Modestia, Reverencia hacia el Señor
Por el Elder Robert D. Hales del Quórum de los Doce Apóstoles.

Mientras las Autoridades Generales y los líderes de las organizaciones auxiliares de la Iglesia viajamos por toda la tierra, se nos hace evidente el hecho de que el mundo está cada vez más descuidado e informal; esto se manifiesta de diversas maneras, pero particularmente en la forma en que se viste la gente. Y también sucede entre algunos miembros de la Iglesia.

Esa inmodestia quizás provenga en parte de la indiferencia; tal vez sea resultado de una falta de comprensión o falta del ejem­plo apropiado. Ya han pasado dos o tres generaciones de vestirse descuidadamente, y es posible que no todos hayan tenido bue­nos ejemplos de sus padres en cuanto a la vestimenta apropiada y modesta. Las cos­tumbres populares tampoco han proporcio­nado buenos ejemplos. Esta tendencia al descuido en el vestir puede también deber­se en parte al hecho de que actualmente no es fácil encontrar prendas modestas en las tiendas.

Por tener presentes estas observaciones y desafíos, deseo hacer hincapié en la impor­tancia de demostrar reverencia hacia nuestro Padre Celestial y de guardar los convenios que hemos hecho con EI, particularmente en lo que respecta a vestir de forma modesta y apropiada.

EI principio de la modestia


Algunos Santos de los Últimos Días quizás piensen que la modestia es una tradición de la Iglesia o que proviene de una conducta conservadora y puritana. La modestia no es una simple mente cuestión de costumbre; es un principio del Evangelio que se aplica a la gente de todas las culturas y edades. De he­cho, es una virtud fundamental para ser dig­no de tener el Espíritu. EI ser modesto es ser humilde, y el ser humilde invita al Espíritu a estar con nosotros.

Por supuesto, la modestia no es nada nuevo; se la enseño a Adán y a Eva en el Jardín de Edén: “Y Jehová Dios hizo al hom­bre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió” (Génesis 3:21; véase también Moisés 4:27). Lo mismo que a Adán y a Eva, a noso­tros se nos ha enseñado que nuestro cuer­po está formado a la imagen de Dios y, por lo tanto, es sagrado.

¿no sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?
” … el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es” (1 Corintios 3:16-17).

Nuestro cuerpo es el templo de nuestro espíritu. Además, es el medio por el cual po­demos traer almas de la presencia de Dios a su estado de seres mortales. Cuando recono­cemos nuestro cuerpo como el don que es y entendemos la misión que nos ayuda a cumplir, lo protegemos y lo honramos con nuestra forma de actuar y de vestir.

En la vida cotidiana, la ropa inmodesta como los “shorts” (pantalón corto] que son muy cortos, las minifaldas, la ropa ajustada, las camisas o blusas que no cubren el abdomen y otras prendas reveladoras no son apropiadas. Los hombres y las mujeres -incluso los jóvenes de ambos sexos- deben usar ropa que cubra los hom­bros y evitar las prendas de escote bajo en el frente o en la espalda o que de cualquier otra forma sean reveladoras. Los pantalones y las camisas o remeras [camisetas] muy ajustados, las prendas demasiado holgadas, la ropa andrajosa y el cabello des peinado no son apropiados. Todos debemos evitar los extremos en la vestimenta, en el peinado y en otros aspectos de nuestra persona. Debemos estar siempre aseados, evitando el desaliño y el descuido en la apariencia.

La modestia es esencial para ser puro y casto, tanto en pensamiento como en acción. Por consiguiente, debido a que nos guía e influye en nuestros pensamientos, conducta y decisiones, la modestia es una parte central de nuestro carácter. Nuestra vestimenta es más que una forma de cubrir el cuerpo; es un reflejo de lo que somos y de lo que queremos ser, tanto aquí en la tierra como en las eternidades por venir.

La modestia en el vestir para las reuniones de la Iglesia

Cuando asistimos a una reunión de la Iglesia, tenemos el propósito de adorar a nuestro Padre que está en los cie­los y a Su Hijo Jesucristo. Nuestra vestimenta debe mostrar la reverencia que sentimos hacia Ellos. No nos vestimos para llamar la atención de los demás, distrayéndolos y ha­ciendo que el Espíritu se retire.

Los padres tienen la responsabilidad de ensenar a sus hijos la forma de vestirse y de prepararse para adorar en las casas del Señor. Las madres y los padres deben enseñarles, prestando especial atención a vestir ellos mismos de tal manera que demuestren ser modestos y reverentes en su apariencia y conducta.

Cuando yo era niño, mi madre me enseno que debía usar mi “ropa de domingo” - sea, mi mejor vestimenta- para ir a Ia iglesia. ¿Qué sucede en su hogar cuando se preparan para las reuniones? Antes de salir, ¿hay un momento en que se detienen para mirarse en un espejo y le piden a un miembro de la familia que les diga que aspecto tienen?

Demuestren respeto al Señor y a ustedes mismos vistiéndose adecuadamente para las reuniones y actividades de la Iglesia, ya sea el domingo o durante la semana. Si no etan seguros de lo que es adecuado, pidan guía a sus padres.

La modestia en el vestir para asistir al templo

Imaginense que estin acercandose al templo, listos para entrar en la Casa del Señor; al hacerlo, ¿llevan puestos jeans [pantalones de mezclilla], sandalias y una camiseta, con el pelo algo despeina­do? Por supuesto que no. Pero ¿es apropiado usar ropa informal de cualquier tipo para ir al templo? Si van a la Casa del Señor, ¿no deberían llevar puesta su mejor ropa de domingo?

La próxima vez que se acerquen al tem­plo, deténganse a mirar los alrededores. ¿Se han preguntado alguna vez porque el templo está rodeado de hermosas plantas, fuentes serenas y bella arquitectura? Todo eso presenta un aspecto agradable y evoca en los concurrentes un sentimiento espe­cial que los prepara para las ordenanzas sa­gradas que los esperan en sus recintos. Aunque el templo se encuentre en el centro de una gran ciudad, sus alrededores hacen que el edificio se distinga de las estructuras que lo rodean.

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